Resta y suma, multiplica y divide, pero nunca dejes que el final de la ecuación decida por tí.
Llegar al final, después de un año de subidas y bajadas, siempre es de agradecer. No sólo por todo lo bueno que nos haya sucedido, sino también por lo malo, porque en ello reside el aprendizaje y la experiencia que ganamos, para no volver a pasar por lo mismo, no volver a repetir los mismos pasos, que lleven a las mismas consecuencias, que dejemos de crearnos en nuestras mentes historias, que ni el corazón comprende, ni la razón respeta. Un par de personas quedan ya, de todas con las que comenzamos a caminar hacia el fin del camino, sólo las positivas perduran porque sabemos que nos hacen bien, de cierta manera, a esa sonrisa que se forja cuando estamos con aquellas, aquellos, que nos hacen sentir bien. El otro par de personas que te dejó en la mitad del camino, que así haya sido es cuestión de decisiones, destino, el fluir del río que hace que en algún instante la bifurcación se hiciera notar, por diferentes circunstancias del azar. No esperes nada del nuevo año, crea sonrisas, ...