Atesorando flechas de cupido en la caja fuerte de nuestros corazones

 El amor es algo etéreo, intocable, inigualable, impalpable, único, casi irreal al ojo humano, imperceptible para algunos, real para otros e inalcanzable para según quién.


El sentimiento de tener a esa persona a tu lado, que te escucha, te siente, sabe cómo piensas, confía en tí y te apoya, te sube a esa nube que empieza siendo un gas que forman las miles de millones de experiencias transformadas en gotas de lluvia, condensándose en lecciones que llegan hasta lo más profundo de nuestra alma, mente, y corazón. Sólo cuando creemos que nuestro paciente etéreo está a falta de un latido de desfibrilarse, aparece esa enfermera llamada casualidad con ese frasquito que dice...oportunidad.


Las oportunidades llegan sin saberlo, sin que nos demos cuenta, hay que tomarlas, arriesgarse, vivir, morir, levantar y caerse, porque sólo del proceso se aprende, y se crece, y se detiene. Un momento, dijo el corazón queriendo latir por última vez...no es que no haya hecho lo imposible, pero lucharé hasta que no quede ni una gota de sangre en mi cuerpo, para hacer funcionar ésto que llaman humanidad, alma, y que todos los esfuerzos, llamados órganos, valgan la pena.


Clic! Es el sonido de la oportunidad entrando en nosotros, rompiendo cadenas de esa caja fuerte y fría que pensábamos que nunca más íbamos a dejar abrir a nadie, y entregar todo lo que tenemos a ese ser, que nos hace sonreir y brillar, como si fuéramos la última parada de un tren en movimiento, en la que,al final, nos quedaremos para construir, un vagón lleno de sueños.


MikelG

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