El colibrí que vuela alto, sin dejar de batir sus alas, porque, al final, se posará con delicadeza, ante la flor más linda, y bonita, que le haga brillar de felicidad

 Nunca fuerces la tuerca que no da más, porque una vez se pasa de rosca, la rueda no para de girar y girar hasta que cae al suelo, resonando en lo más profundo de nuestro interior. Se va apagando, como la llama del amor ante una lluvia de desencanto, como las lágrimas de aquella persona que acaba dolida y entristecida, pero que a pesar de todo, levanta el vuelo como ave fénix que resurge de sus cenizas, y vuela con el calor de su valentía, hacia ese manto de nubes donde se siente, libre, deseada, y admirada, donde le colocan pétalos de rosa por donde pisa, y la inundan de besos por donde para.

Ella, feliz, él, feliz. Una pareja sin igual pero parecida, puesto que los dos lucharon por estar bien, los dos, fueron uno, y nunca se separaron, hasta tener que ayudarse, uno junto al otro, tocándose la cara y sonriendo, como aquél día en el que se unieron, hasta que el reloj de la vida les permitió, disfrutarse y descansar, juntos, para toda la eternidad.


Vive, conoce, ama, llora, cae, recupérate, levántate, y se feliz. Sonríe porque esa tuerquita dejará de sonar, y no nos quedará más momento, que un recuerdo en cual pensar.


MikelG.



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