Las tempestades hay que navegarlas, golpear esos obstáculos y llegar al puerto de tu línea de meta.
La tempestad del dolor se pasa teniendo una barca de sentimientos positivos, que al navegar a toda vela, nos hace pasar por nubes de dudas, lluvias de pensamientos, y tormentas de decisiones.
Las malas, nos hacen aprender de ellas, llevando a ese planeta de preocupaciones que llamamos cerebro a implosionar y hacernos preocuparnos de la manera más complicada, algo que el corazón siente y descubre, desde el primer latido que nos da la vida, hasta el último que nos lleva hasta la siguiente galaxia.
Las buenas te golpean, como una suave brisa, como el sol cuando se pone después de una tarde de paseo, palabras bonitas y buena compañía. Es bueno que tengas un paraguas de fortaleza frente al buen tiempo, porque como se viene sabiendo, que esté todo en calma no quiere decir que vaya a estarlo siempre. Por eso, hay que rodearse de buenas vibras, decisiones, pensamientos, compañías, y lo demás llegará sólo.
MikelG.
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