Nunca dejes que el lápiz imborrable de lo que sientes se convierta en la sombra de lo que piensas.
Espera lo inesperado, conoce lo desconocido, atrévete cuando tengas miedo, esfuérzate cuando estés cansado…
Caminas por senderos creados de la nada, te despiertas cada mañana con ese ímpetu de querer hacer feliz a todos y a todas, porque tú ya lo eres, y crees que puedes hacer feliz a los demás repartiendo un poco de ese amor que tienes de la mano como a un hijo o hija.
Déjame decirte que no todo es color de rosa, que no todo lo blanco es negro, que no es oro todo lo que reluce, y que en la vida hay que tomar ese lápiz imborrable para tachar de una vez a esas personas que nos crean incomodidad y para añadir a las que sumen de verdad. Y dirás, si el lápiz es imborrable y lo anoto no lo podré borrar…¿y si me equivoco al sumar?
Te respondo, ese lápiz es imborrable porque tú has permitido que sea así, así como llegar a ser parte de tí, compartirle lo bueno, lo malo, cómo te gusta el café por las mañanas, la merienda por las tardes, y el encendido de las velas de la cena romántica que te preparará en la noche.
Hay que dejarse llevar por las situaciones, teniendo siempre presente lo que sentimos, vivimos, y nos transmiten otras personas, ya sea bueno o malo, porque en el libro que estás escribiendo, ese profesor te dice que saques punta al lápiz si se gasta, que otras personas llegarán cuando algunas se van, y que, en definitiva, la vida es sólo la clase en la que decidimos elegir como parte de nuestro propio universo, con decisiones como dejar sentarse a tu lado a alguien que te inspire confianza, serenidad, libertad, que sea parte de ti, que te de cariño, respeto, y muchas ganas de levantarte cada mañana con esa mochila de sueños, para ir a tu clase de vida, con tu otro compañero de pupitre.
MikelG
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