La última de las primeras noches, del reloj de nuestro mañana.
Eran las y cuarto, no importaba la hora, porque habíamos salido a celebrar otro año más, sin importar el tiempo, la estación, de aquél mes tan caluroso, lleno de luz y a la vez de oscuridad, paseando de la mano o discutiendo a viva voz, todo lo que habíamos pasado era cosa de eso, del pasado.
Ya nada volvió a ser igual, sólo éramos las consecuencias de lo que un día fuimos, y nadie había cambiado, sólo habíamos dibujado dos perfiles diferentes, dos líneas a lápiz, que a nuestros ojos quedarían imborrables a nuestros recuerdos, pero se borrarían con El Paso del tiempo, pues es lo único que es finito, y no dura para siempre.
El brillo de sus labios, el reflejo de su sonrisa en la copa de vino, me miraba, la miraba, llenos de sonrisas pero repletos de sentimiento, de lo pasado y el dolor, que dejamos atrás junto con lo vivido, para dejar paso al camino de cada uno, sin saber que aquella cita iba a ser la última de todas.
Decidimos compartir las copas, los platos, las risas, las lágrimas…y sentir y expresar como si el reloj se parara, simplemente, una noche más.
Una noche más, de aquellas miradas, sirvió para Saber que entre nosotros ya no hay nada, más que buenos recuerdos, que suben y bajan como las mareas, llevando todo a su paso, sin fuerza pero con el rumbo, de un nuevo despertar.
Ya por fín terminé, dejé la pluma, y dije…que estés bien, que guardes todo lo bueno, dejes atrás lo malo, y que seas feliz, vayas donde vayas, estés donde estés.
MikelG.
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