Estaremos en paz, y abriremos nuevas puertas hacia destinos lejanos, o cercanos, sin perder el norte de nuestro objetivo de vida.

 Un día abrimos los ojos, otro lo cerramos. No sabemos cuándo sucederá, pero al final. Siempre estaremos tal y como empezamos…solos. El tener que aprender a estar con uno mismo es un reto para nosotros y nosotras, porque, un día, veremos que es de noche y otro, veremos una capita de hielo a lo largo del camino que resbalará, pero con unos buenos cimientos, todos sabemos que una casa se mantiene, y perdura, para siempre jamás. 

Al contrario que las personas. Un día comenzamos algo con alguien, ya sea tonteo, amistad o relación formal. Lo que no sabemos es que nada es eterno, y siempre hemos estado solos ante el peligro, aunque pensemos que esa o aquella persona estará siempre ahí porque un día hablamos horas y horas por teléfono sin parar y un día…ya nada.

El vacío. Silencio, la luz que fue cuando nos sacó de la oscuridad, dicha en la que nosotros mismos nos metemos por las consecuencias de nuestras acciones, y nos damos cuenta de que la culpa de todo es de nuestra actitud ante la vida, que los minutos se vuelven segundos con esa persona y piensas, todo acabará y ya no volveré a ese punto de partida en el que todo era color de rosa, o esas rosas y forma de mirar no volverá…

En definitiva. Esa noche que cerremos los ojos y sonriamos por nosotros mismos, y sepamos…ésto lo hice yo sin nada ni nadie que me influencie, porque me nace, porque lo siento, porque así soy. 

Entonces, estaremos en paz, y abriremos nuevas puertas hacia destinos lejanos, o cercanos, sin perder el norte de nuestro objetivo de vida.

MikelG



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