El menú del día, en el buffet de una vida
Salta al vuelo de tus pensamientos, desciende al vacío de tu subconsciente y pregúntate lo que quieres para ti. No puedes estar saltando de un sitio a otro eternamente, tienes que parar, pensar, valorar y actuar. Las personas que se mezclan en tu menú del día no son más que las que el metre del destino te pone en la mesa, no porque lo hayas pedido, sino porque era lo que servían en el buffet de tu vida.
Nos llega esa persona, que nos deja ese buen sabor de boca, hace que su sabor empape nuestros labios de esa esencia que no queremos que se desvanezca. Y entonces nos sirven el segundo plato, un poco de interés y simpatía, y seguimos disfrutando del menú del día. Como acompañamiento, una guarnición de bonitas palabras, un poco de salsa de caricia mezclada con arrumacos, miradas bonitas, indirectas, cambios de manos, y jugueteos entre plato y plato.
Es cuando te quedas mirándola, fijamente, y el tiempo se vuelve eterno, sin parpadeos de ninguna clase.
Ojalá poder mirar a los ojos a alguien y dejar que fluyera todo aquello que a veces, con una sola mirada, deseamos de esa persona, y que la otra sepa lo que sentimos por ella, sin necesidad de usar palabras, ni especiar el plato, con ningún condimento.
Cuando en aquella estación de tren nos quedamos mirándonos, era como si estuviera esperando al postre, eso para lo que siempre hay espacio en nuestro interior, sin dejar ir ese último tren, y poder tenerla entre mis brazos un rato más, sólo hasta que pidiera la cuenta, y cada uno nos fuéramos por nuestro lado, para otro día próximo encontrarnos, y volver a empezar.
MikelG.
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