Al amparo de la luna llena, forjando la rosa amarilla que iluminará su siguiente amanecer
Otra noche cerrada, con la luna llena, el rocío posándose con finura sobre los pétalos de rosa...era el invierno más cálido que estaba llegando a su fín. El frío de su corazón estaba presente por cada día que pasaba, llevaba demasiado tiempo en soledad, pero tampoco había nadie que hubiera avivado las llamas de su alma. Cuando terminó el invierno, el jardín de flores amarillas se había cristalizado, pero ahí estaba ella, la única rosa que aguantó, hasta que salió el sol, que iluminó su camino hacia el amor.