Déjame salir, de este agujero de incredulidad, ante las acciones que mi corazón siente, pero mi mente calla.

Lo siguiente ocurre cuando estamos conociendo a alguien, un día estamos incrédulos por cómo es esa persona con nosotros, puesto que no sabemos cómo se comportará cuando actuemos de X o Y manera, observamos, copiamos, nos miramos a los ojos, y nos damos cuenta, de que, finalmente, no es como pensábamos.

Mil veces y una más, hacemos lo que el corazón siente, pero no nos damos cuenta, que nos empezamos a meter en un campo de minas, que si no tenemos la confianza suficiente, nos acabarán explotando en la cara. 

Por eso esa "una más" que hacemos caso a lo que el corazón siente, a los impulsos que nos llevan a volver a esos bellos momentos en los que, nos agarran de la mano, nos miran fijamente a los ojos, y nos dicen esas dos palabras que nos ponen todo de vuelta y media: "te quiero".

Lo que quiero decir con éste post es, cuando hacemos todo el rato lo que el corazón siente, y vamos con el sentido de cada día, viviendo al máximo, la mente calla, y eso es algo, que no podemos dejar que ocurra.


 

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